El agua se puede presentar en tres
estados siendo de las pocas sustancias que pueden encontrarse en sus tres estados de forma natural. El agua adopta formas muy distintas sobre la tierra: como
vapor de agua, conformando
nubes en el aire; como
agua marina, eventualmente en forma de
icebergs en los océanos; en
glaciares y
ríos en las montañas, y en los acuíferos subterráneos su forma líquida.
El agua puede
disolver muchas sustancias, dándoles diferentes sabores y olores. Como consecuencia de su papel imprescindible para la vida, el ser humano -entre otros muchos
animales- ha desarrollado sentidos capaces de evaluar la potabilidad del agua, que evitan el consumo de agua
salada o
putrefacta. Los humanos también suelen preferir el consumo de agua fría a la que está tibia, puesto que el agua fría es menos propensa a contener
microbios. El sabor perceptible en el agua de deshielo y el
agua mineral se deriva de los minerales disueltos en ella; de hecho el agua pura es
insípida. Para regular el consumo humano, se calcula la pureza del agua en función de la presencia de
toxinas, agentes contaminantes y
microorganismos. El agua recibe diversos nombres, según su forma y características.
Según su estado físico:
Hielo (estado sólido)
Agua (estado líquido)
Vapor (estado gaseoso)